Para financiar este ejercicio, recibirán de Colciencias 3.000 millones de pesos. | Foto: Getty Images

EDUCACIÓN

La Universidad Nacional ayudará a predecir crímenes en Bogotá

Un equipo de matemáticos de la Universidad Nacional desarrolla un modelo de predicción de crímenes en Bogotá. Un sistema pionero en América Latina que impulsará la formación de talento humano en este campo.

17 de abril de 2019

El vínculo entre la academia y la solución de problemas sociales en Colombia siempre ha parecido muy distante. A pesar del valor de las investigaciones que adelantan los académicos, muchos de sus descubrimientos permanecen encerrados en bibliotecas o bases de datos.

No obstante, esto podría cambiar en poco tiempo. Por primera vez, tres instituciones de diferente naturaleza se unen para desarrollar un sistema que permitirá predecir los crímenes en Bogotá –parece un argumento de ciencia ficción, pero es real–. Intervienen la Secretaría Distrital de Seguridad, líder del proyecto; el Departamento de Matemáticas de la Universidad Nacional, que aportará el talento humano; y Quantil, una compañía colombiana que desarrolla modelos de predicción, la cual ofrece la experiencia.

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Francisco Gómez Jaramillo, profesor del Departamento de Matemáticas de la Universidad Nacional y uno de los líderes de la iniciativa, cuenta que la investigación será la más grande y la de mayor inversión en lo que se refiere a ciencia, tecnología e innovación en Colombia. Además, le ofrecerá un espacio a los mejores matemáticos del país para resolver problemas de la sociedad.

“Tradicionalmente, ha existido una desconexión entre la academia y los problemas críticos de la sociedad. Vamos a ganar mucho al tener a un matemático, que toda su vida ha estado acostumbrado a probar teoremas, hablando con funcionarios expertos en homicidios. Eso es ganancia. Además, el país va a quedar con un talento humano que piensa de manera distinta. Y la idea es que esas personas empiecen a impulsar estos modelos en toda Latinoamérica”, explica Gómez.

PredPol es otro de los software más populares en Estados Unidos para predecir crímenes. En este caso, el sistema genera alertas geográficas de posibles nuevos crímenes según la probabilidad de riesgo.

Las tres instituciones tienen 30 meses para presentar un sistema de predicción de crímenes que ayudará a la Policía y a las entidades distritales a atrapar ladrones, detener homicidios y construir políticas para mejorar la seguridad en Bogotá. Para financiar este ejercicio, recibirán de Colciencias 3.000 millones de pesos.

Durante el tiempo en que el equipo de investigadores avance en la construcción del modelo, Colciencias le exigirá entregar algunos resultados. Si bien no hablan de capturas cuando estén probando el piloto, sí deberán generar algunos documentos científicos sobre los descubrimientos y avances. También tendrán que realizar algunas conferencias nacionales e internacionales sobre el tema.

Un sistema peligroso

Este proyecto ofrece la oportunidad perfecta para usar el conocimiento de la academia y resolver problemas de crímenes en Bogotá. Pero la historia ha mostrado que, en muchos casos, las instituciones no saben cómo manejar los aportes de la ciencia. Y el uso de algoritmos para predecir crímenes en otras urbes del mundo no parece la excepción.

En ciudades como Londres, Nápoles, Chicago y Los Ángeles usan información del pasado para predecir los crímenes del futuro. No obstante, esto no es nuevo. Desde 1989, Estados Unidos empezó a usar en sus juzgados un programa conocido como Compas, un algoritmo que evalúa a delincuentes y les otorga un puntaje según su conducta. Mientras más alto sea este (de 1 a 10), más peligroso es el sujeto y más probabilidades tiene de reincidir. Los jueces usan estos resultados para tomar decisiones: vigilar, condenar o dejar en libertad.

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Pero lo que empezó como un programa para analizar información que el cerebro humano no puede procesar terminó convertido en una réplica de la imperfección humana. Varios estudios encontraron que estos sistemas predictivos no son seguros. De hecho, la inteligencia artificial, a la que le han confiado decisiones penales, está permitiendo errores, y muy graves.

En 2014, el entonces fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, advirtió que los puntajes podrían inyectar un sesgo en los tribunales. “Aunque diseñaron estas medidas con las mejores intenciones, me preocupa que socavan inadvertidamente nuestros esfuerzos para garantizar una justicia individualizada e igualitaria”, dijo.

Luego, en 2016, ProPublica, una agencia de noticias de Nueva York, descubrió que el programa acusó falsamente a delincuentes negros de tener muchas más probabilidades de reincidir, al contrario de lo sucedido con delincuentes blancos. Todo parece indicar que la variable de la raza incidía en los resultados de Compas.

De acuerdo con el diario Usa Today, Chicago, la ciudad con más homicidios de Estados Unidos, registró 100 incidentes de tiroteo en enero de 2019, el menor número en cinco años. Eso ocurrió, en parte, por la inversión en herramientas analíticas de predicción de crímenes.

Mientras eso sucede en el mundo, Bogotá se convierte en la primera ciudad del país y una de las pocas de América Latina en construir un modelo similar.

Si bien, en Estados Unidos, una empresa privada (Northpointe) diseñó el programa y puso en marcha el sistema sin conocer sus riesgos y fallas, el modelo colombiano, por el contrario, estará en manos de la academia, y pasará por un proceso de prueba durante 30 meses. Además, lo evaluará un referendo científico antes de entrar en operación.

Pero quizá lo más importante, según el profesor Gómez, es que el sistema no irá detrás de personas, como ocurre en Estados Unidos. “Vamos a perseguir los patrones grandes para saber el cuándo, cómo y por qué de los hechos delictivos en Bogotá, y así realizar intervenciones a nivel local”.

¿Cómo funcionará?

El equipo de 18 investigadores deberá, en primer lugar, construir una base de datos confiable sobre los delitos cometidos en la localidad en la que realizará el piloto.

Usarán la información que les suministre la Policía Nacional, la Fiscalía, la Línea 123, las cámaras de vigilancia, la encuesta de percepción de seguridad de la Cámara de Comercio, el Registro Nacional de Medidas Correctivas del Código Nacional de Policía y Catastro Distrital. Asimismo, tendrán que analizar y procesar esos datos para identificar la calidad de la información.

Una tarea ardua, pues, según el profesor Gómez, de esto dependerá la confiabilidad del modelo. “Los datos entrenan al sistema y si son sesgados, podríamos estar estigmatizando el lugar; un grave error, como ocurrió con los afronorteamericanos. Además, si no ofrecen información relevante, no tendríamos nada para interpretar, que es lo que realmente buscamos”.

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Ahora, según Lorena Caro, jefe de la Oficina de Análisis e Información de la Secretaría de Seguridad de Bogotá, a medida que el proyecto avance, se pueden sumar más bases de datos. Y, de acuerdo con la experta, mientras más datos haya, más variables estarán a consideración del modelo. “Por el momento tenemos cuatro variables: homicidios, hurtos con uso de violencia, riñas con lesiones personales y percepción de seguridad. Con el tiempo van a ir creciendo, porque estos volúmenes de información sirven para generar patrones que desconocemos”, dijo.

Según Lorena Caro, Bogotá tiene un déficit de oficiales. La capital tiene un promedio de 238 policías por cada 100.000 habitantes. Idealmente debería tener en promedio 320. De allí la necesidad de este sistema que les ayudará a distribuir mejor la fuerza pública.

Las dudas

María Cuéllar Correa, profesora asistente de Criminología de la Universidad de Pensilvania, con una maestría en Estadística y Ciencia de Datos de la Universidad de Carnegie Mellon, considera que las bases de datos tienen el problema de que no están libres de sesgos. “Por ejemplo, si provienen de la Policía, es posible que solamente hayan observado crímenes en algunos barrios, entonces van a predecir que allí hay más delincuencia. Eso no significa que en otros no sucedan crímenes”, explica Cuéllar.

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En cuanto a las variables, asegura que hay que tener cuidado, porque en algunos casos, los responsables han incluido variables injustas. “Puede ser que la historia criminal del papá de alguien ayude a predecir si esa persona va a cometer un delito. Pero eso no quiere decir que sea justa o legal para saber si merece ser investigado o juzgado por sus acciones”.

Además, aunque no estén tratando de ir tras las personas, “al introducir variables sobre localidades están correlacionando variables demográficas. Es funcionalmente lo mismo juzgar por barrio que por clase social, así los investigadores no quieran hacerlo”, agregó Cuéllar.

Frente a esto, el profesor Gómez concluye que no van a comprometer aspectos sociales y éticos. “También sabemos que si hay gente, tendremos que ocultar su identidad, porque no nos interesa saber nombres y cédulas”.