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Julio Londoño Paredes

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El peligroso fenómeno de los nombrecitos

El nombre tiene, además de un efecto fundamental de publicidad, uno de carácter psicológico para sus integrantes. Como si fuera poco, los jefes, entre ellos alias Pablo Beltrán o alias Mordisco, aparecen en ceremonias cuasi militares, algunas de ellas patrocinadas por el mismo gobierno.

28 de marzo de 2024

Poco a poco, se fue entronizando sutilmente en Colombia la denominación que se ha dado por algunos medios de comunicación, autoridades civiles, militares y policivas a grupos armados dedicados a la extorsión, el asesinato y el narcotráfico. Es un triunfo sutil, pero significativo de esos grupos.

Los delincuentes de a. Mordisco son el “Estado Mayor Central”, ni siquiera se llamaba así el grupo que dirigió la invasión de los aliados a Normandía en 1944. Entre tanto, a. Mordisco, como si fuera Donald Trump, entra en debates públicos y personales con el presidente.

Pero, además, ahora cada cuadrilla tiene una “heroica” denominación, “frente…. fulanito o fulanita de tal”, al igual que los batallones del Ejército: Jaime Rooke, José Antonio Galán y Antonio Ricaurte, entre muchos.

Tampoco hay mucha diferencia entre el batallón de infantería n.° 35 Héroes de Guepí y el selecto grupo de delincuentes Héroes de Marquetalia. Más aberrante aún es la denominación de las “Autodefensas Gaitanistas”, vinculados a los carteles de la droga mexicanos. De pronto, Jorge Eliécer Gaitán se levanta de su tumba.

El nombre tiene, además de un efecto fundamental de publicidad, uno de carácter psicológico para sus integrantes. Como si fuera poco, los jefes, entre ellos a. Pablo Beltrán o a. Mordisco, aparecen en ceremonias cuasi militares, algunas de ellas patrocinadas por el mismo gobierno, que son cubiertas minuto a minuto por los medios. Muchos asistentes se apresuran a saludar al jefe, que se siente como el payaso del circo.

Otra cosa, ningún presidente en la historia de Colombia ha tenido tanta prensa hablada, escrita y televisada como Petro. Es más, muy pocos mandatarios del mundo tienen un cubrimiento parecido.

No pasan tres minutos sin que sea mencionado en algún medio nacional o local, mientras que miles siguen al instante sus mensajes de X o cada palabra que dice por absurda que sea.

Hasta hace poco tiempo, cuando se preguntaba a un ama de casa, a un trabajador o a un alumno de una escuela, quién era el presidente de Colombia, este no tenía ni idea. Ahora las cosas no son así y eso tiene sus efectos.

Entre tanto, la enorme mayoría, incluso de gente informada, ignora quiénes son los ministros del despacho. Eso sí, creen que Laura Sarabia es La Pola y que Gustavo Bolívar, no don Simón, es el libertador de cinco repúblicas.

Eso sucede con algunas variantes en otras partes. ¿Pensó en realidad la excandidata a la Presidencia de Venezuela Corina Machado que la dama a la que nominó para participar en las elecciones del 28 de julio, la filósofa Corina Yoris de 80 años, pudiera ser presidenta de Venezuela?

Este hecho es la evidencia no solo de la falta de unidad de la oposición venezolana, sino que en el fondo refleja el ego de la señora Corina Machado al pensar que la filósofa, por tener el mismo nombre que ella, pudiera ser presidenta de ese país.

Un ego similar al de Gustavo Petro.

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